Mi YO Egoísta.

Llega un momento en la vida  cuando todo sucumbe en tu cerebro como una explosión, ideas, consejos, problemas, actividades, personas al teléfono, amigos en los mensajes, alguno que otra persona toxica en tu vida , trabajo, familia; todos necesitan algo de ti. Tiempo, dinero, espacio, llamadas, palabras, aliento, actitud.  Y cuando no las puedes entregar te llaman: Egoísta.

Y la verdad existe una gran diferencia entre ser egoísta y tener amor propio.  El amor propio es aquel que cuando necesitas un espacio para desintoxicarte mentalmente de demasiadas cosas que das y descansar espiritualmente, te lo tomas sin problema. El amor propio es el sentimiento de respeto hacia uno mismo, que no permite ser manipulado en su espacio y tiempo. El egoísmo de lo contrario es la pretensión de usar a los demás en beneficio propio, como objetos.

El detalle se encuentra cuando en realidad quieres tener al menos unos días de amor propio lo confundes con egoísmo y decides no hacerlo.

Mi compañero de trabajo, Cesar, mencionó que para la salud y beneficio de cualquier relación es indispensables los momentos de privacidad de uno mismo, y respetar la del otro.

Algunas veces hasta nuestros amigos cuando no contestas algún mensaje te empiezan atacar de cierta forma indirecta: ¿por qué no contestas?, ¡Qué milagro!, etc. Cuando solamente deseas desconectarte del mundo para descansar y volver a conectarte sin daños colaterales.

Debemos de ser “egoístas” (como las personas nos podrían ver), al menos un par de veces al año, para relajar las tensiones, reforzar el camino, volver con energía y seguir luchando. En este lapso podemos reír, llorar, aventarnos solo a dormir, caminar solos, ver películas sin nada más o como yo, leo efusivamente para dejar la realidad un mundo y navegar hacia otros.

Tal vez te critiquen, te exijan que regreses de tu lapso, hasta te reclamarán. Pero el cerebro, la paz, la tranquilidad son solo tuyas. Cuando confundan el amor propio con egoísmo, déjalos conocer tu YO “egoísta” que cuando regreses a la normalidad ya lo habrán olvidado.

Marce Cinta

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