Miedo a la oscuridad...
Cuando era pequeña, siempre tenía
pesadillas (que aún a veces las tengo) y un miedo a la oscuridad, que mejor no
hablemos de ello, con decir que hasta hace un año aún dormía con pequeño foco
de forma de mariposa color rosa.
Pero cuando eres niño siempre piensas que
cuando creces esos miedos desaparecerán, huirán como los fantasmas que son.
Después me di cuenta que aunque seas
mayor, aunque los monstruos sean diferentes y en lugar de temer a las brujas y a los fantasmas
nocturnos o al boogeyman, los demonios cambian. La luz la dejas prendida para
aquellos pequeños duendes debajo de la cama como la falta de confianza, la
soledad, la falta de voluntad, el arrepentimiento, la culpa, las ganas de
regresar el tiempo, la esperanza nula, la locura. Y aunque seas más “maduro” y
sabio, dormir ciertas veces se dificulta, necesitamos esa pequeña luz para
ahuyentar nuestros propios miedos, nuestros propios demonios.
La noche cambia cuando nos percatamos que
realmente temer miedos inexistentes y miedos que tan sólo son fantasmas en la
oscuridad, y que tal como cuando éramos niños nuestros padres trataban de
convencernos que no había nadie debajo de la cama ni en el armario, ahora
nosotros debemos convencernos que no existen esos miedos, que no estamos solos
en la oscuridad y que definitivamente podemos volver dormir con la luz apagada.

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