Usted Señor ¿Qué vende?
En
una vieja ciudad, en un barrio medio, en una calle concurrida, en una mundo
solitario, un niño de la mano de su padre, caminaba al mercado. Entonces de
pronto, de la nada, sin más, el niño soltó la mano y caminó solitariamente entre
los artesanos, vendedores, cocineras, animales, niños corriendo, uno que otro y
músico.
Un
vagabundo tirado en la acera, se encuentra, el niño se acerca y se le queda
viendo con unos ojos de curiosidad arraigada, el niño observa a su alrededor y
divisa el mercado, -Usted señor, ¿qué vende?- el hombre sorprendido, responde
–vendo arrepentimientos, vendo errores, vendo el lujo de no cumplir las
expectativas de nadie y vendo desidia- el hombre por seguir el juego el niño le
pregunta -¿quieres comprarlo?- el niño dice –sería una lastima gastar mi dinero
en este momento sin ver otra cosas, gracias señor- el niño siguió caminando.
Un
músico tocaba el violín, notas melancólicamente mágicas, el niño lo observó
maravillado, el joven sonrió y dejo de tocar, -Señor ¿Usted qué vende?- el
joven se sentó para afinar un poco más el violín, pensó y respondió -¿yo?, yo
vendo recuerdos, danzas. Vendo… vendo un sentimiento, vendo esfuerzo,
dedicación, notas altas, notas bajas, notas difíciles, vendo años de memorias,
vendo dedicaciones, vendo lagrimas- el niño mira al joven y le dice – tal vez,
en algunos años te buscaré y así podré recordar la canción más hermosa que he
escuchado este día, gracias- el niño siguió caminando.
Un
artesano, en un puesto de baratijas y objetos hechos con sus manos, observa al
niño pasar – eh, niño, ¿deseas una vasija para tu mamá?- el niño ve todas las
demás cosas -¿Qué vende?- pregunta con una mirada picara, -¿Qué no ves?, vendo
habilidad, vendo belleza, vendo pequeñas cosas que llenan la vida de comodidad-
el niño piensa, -¿belleza? ¿comodidad?, - el niño siguió caminando, esperando
ver algo más.
Encuentra
a un pintor, que con una sonrisa pintaba a una pareja. El niño se queda de pie,
estático, sin hablar, sin mirar al hombre y dirige la mirada fijamente a la
pintura pregunta –Usted, ¿qué vende?- el hombre deja sus brochas a un lado y
mira fijamente a los ojos del niño –vendo la inocencia de tus ojos, el presente
de tu rostro, la gratitud del futuro y las líneas del pasado, ¿quieres una pintura
de tuya?- el niño observa las brochas y niega con la cabeza.
El
padre del niño llega corriendo, lo toma de la mano, lo reprende por escaparse,
pide disculpas al pintor y se aleja con el niño, el pintor camina detrás de
ellos, -esperen- los detiene un momento y cuestiona al niño – fuiste con
algunas personas a preguntar que venden y no compraste nada, ¿puedo saber por
qué?- el niño sonríe, como cual niño merece ser poseedor de esa sonrisa y dice
–quiero saber que voy a vender cuando crezca, y sea como ustedes- el confuso hombre se encuentra ahora en la
curiosidad de preguntar – y bien, ¿qué decidiste vender?- el niño sonríe –no
quiero vender errores, no quiero vender arrepentimientos, ni pasado, ni tampoco
recuerdos, ni memorias, no quiero vender comodidades que llenen la vida, mucho
menos lagrimas, tampoco belleza artificial, no quiero vender líneas del pasado-
el niño hace una pausa, observa a su padre, él le da su aprobación para que
siga hablando – lo que yo quiero vender son sueños, quiero vender el lujo de no
cumplir las expectativas de nadie, quiero vender esfuerzo, dedicación, quiero
vender habilidad, quiero vender esas pequeñas cosas que llenan la vida, quiero
vender la inocencia de mis ojos y de mi corazón, quiero vender la gratitud del futuro, quiero
vender sonrisas, amabilidad, felicidad, pero sobre todo, quiero regalar lo
bueno que aprendí de ustedes-
El
pintor regala una enorme sonrisa al niño, toma una brocha de su abrigo y se la
brinda al niño – como sea, donde sea, plásmalo y recuerda este momento, cuando
seas adulto podrás recordarlo y no olvidarlo.
El
padre se aleja con el niño, el pintor regresa a su banca y así fue como tan
sólo unos minutos, en una vieja ciudad, en un barrio medio, en una calle
concurrida, en un mundo solitario, distintos caminos se cruzaron para enseñarse
algo.
Autor
Marce
Cinta
Me encantó....
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