Llegó la hora de las heroínas...
















Editorial publicada en la sección de "Opinión" del periódico EL NORTE de Monterrey.


Mi madre y mis abuelas no vivieron las mismas oportunidades que vivo hoy: hace 60 años seguramente no estaría escribiendo esta columna.

Reflejo del cambio de los tiem- pos, el poder femenino vive un nue- vo aire en las pantallas grande y chica. Francamente, se había demorado. Aunque hemos crecido pensando que el heroísmo está li- gado a la masculinidad, las heroínas llegaron para quedarse.

La Agente Carter y Maria Hill de “S.H.I.E.L.D.”, Black Widow en los “Avengers”, y las más recien- tes, “Supergirl”, serie recién estrenada, y “Jessica Jones”, que llega a Netflix el 20 de noviembre, son mujeres con habilidades especiales en ambientes dominados por hombres, que contribuyen a que las nuevas generaciones, incluyendo la mía, sean motivadas a buscar la paridad de género.

Según un informe de 2011 de McKinsey & Company, las mujeres reciben ascensos basados en los logros pasados, mientras que los hombres los obtienen basados en su proyección a futuro.


Esto deja claro que las mujeres enfrentamos más barreras en el progreso, y contribuye a que en cada etapa de nuestra carrera estemos menos interesadas en tener un alto puesto ejecutivo.


En muchas ocasiones las propias mujeres nos limitamos de numerosas maneras: no confiando en nosotras mismas, no levantando la mano para pedir la palabra y retirándonos cuando deberíamos de avanzar.

Otras veces, bajamos nuestras propias expectativas con relación a qué podemos lograr, además de que las políticas internas laborales y académicas sobre diversidad de género resultan deficientes.

Como diría la poeta Anasuya Sengupta: “Demasiadas mujeres en demasiados países hablan el mismo lenguaje: silencio”.

En el mundo real, con cada mujer que decide avanzar, nos acercamos cada vez más a la igualdad real.

Así como impulsamos a que mujeres como la Princesa Leia, Supergirl y Peggy Carter ocupen las historias y el mundo de nuestras niñas y las inspiren a superarse, de- bemos proyectar aún más a nuestras superheroínas reales, de carne y hueso, que respiran, sienten, lloran y ríen.

Por ejemplo, ahí está Sheryl Sandberg, directora de operaciones de Facebook, una dama determinante y sagaz.

También la activista Malala Yousafzai, ejemplo de perseverancia y lucha por la educación de las niñas; y la actriz Emma Watson, embajadora de ONU Mujeres.

De hecho, Malala le confesó a Emma en entrevista esta semana que su campaña “He for She” la inspiró a definirse como “feminista”, por creer en la igualdad entre mujeres y hombres.

Estas heroínas no son perfectas y no tratan de serlo, son mujeres que buscan tomar el control de su vida, que atraen a otras personas con estas mismas cualidades. Un sinnúmero de niñas y jóvenes ya se sienten identificadas, y la cifra seguirá creciendo.

Debemos hablar de ellas, de lo difícil que es para las mujeres fuertes tener el éxito que se merecen, pero que es algo posible.

Necesitamos una nueva política de significado, un espíritu nuevo de responsabilidad para cuidar uno del otro, tanto el hombre a la mujer, como la mujer al hombre.

Si los hombres no necesitaran ser agresivos para ser aceptados, las mujeres no se sentirían obligadas a ser sumisas. Si los hombres no tuvieran la necesidad de controlar, las mujeres no tendrían que ser controladas. Las mujeres también pueden ser fuertes y valientes, y los hombres pueden ser sensibles.

Necesitamos una definición nueva de feminismo y de igualdad, en donde el “odio” al hombre se desvanezca y abra un camino nuevo de 50 por ciento en casa y 50 en trabajo; y a la vez apoyarnos entre mujeres para promover que el género femenino llegue a los altos mandos, en vez de aplicar la ley de la desmotivación.

Aún queda camino por avanzar, pero vivimos el comienzo de una nueva era de posicionamiento de las superheroínas, ficticias y reales, con causa y fuerza.

La autora es abogada corporativa, egresada de la UANL.


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