Novela: Recuérdame Olvidar. Chapter 1



Capitulo I ©

Mi párpado izquierdo insistía en caer, me encontraba recargado en las puertas del elevador impidiendo que cerrarán; decisión tonta pues no había nadie más en el edificio, ¿a dónde podrían ir? 
No tenía fuerza para moverme, mi cuerpo respiraba cansancio puro. No había probado cama en días, es absurdo trabajar tanto y vivir poco. Cada noche me desvelo trabajando en este piso 14, en dónde he gastado los últimos cinco años de mi vida.  
Siempre me imagino en una noche desesperada por los efectos del alcohol, enviando un memo al estilo Jerry Maguire, tal vez copiaría las mismas palabras supliéndolas con sinónimos extraños siendo un completo snob; al final estaría orgulloso de mis nuevos ideales, aquellos que mencionan menos clientes más pasión. 
Haría 30 juegos de copias para todos y las entregaría un miércoles por la tarde, el jueves por la mañana saldría del elevador con aplausos y palmadas en la espalda, el viernes estaría despedido. Entonces sería como Maguire, peleando a los clientes y quedar con uno sólo; daría un discurso frente a todos y preguntaría quién sería el o la valiente que seguiría mis pasos a la independencia, entonces, lo más seguro, Flor levantaría el brazo convencida de mi próximo éxito, al final uno de ellos me pagaría un porcentaje bastante generoso por una campaña de publicidad exitosa. Pero todo esto es algo efímero. 

El ojo derecho siguió al ojo izquierdo y se cerró. Los abrí de inmediato  

-¡Isaac! rápido, necesito ¡CAFEÍNA!- grité y un eco rebotó por las paredes de la oficina, me acomodé los guantes de invierno sobre mis manos y una gorra negra sobre mi cabello despeinado, apestoso y sin lavar, me pasé la palma de la mano por la frente y con ella tallé mis ojos. 
La temporada navideña se aproximaba, y era la peor de todas; los clientes nos inundaban, como siempre, con múltiples anuncios, diseños y fotografías que debíamos terminar antes del primero de diciembre, estábamos a finales del asqueroso noviembre.

Isaac apareció corriendo, pasando frente a una recepción vacía, torpemente se puso su abrigo y limpio sus lentes. 
-Necesito CAFEÍNA, ahora, y esta maldita oficina no tiene- dije irritado, aunque no con él, no podría enojarme con Isaac, él siempre trabajaba en casa, pero los últimos días decidió solidarizarse conmigo y aguantar la noche en este maldito lugar. 

-¡Son las 7 de la mañana!, ¿quieres que Flor o Ed vengan corriendo para hacerte un capuccino especial para ti?- soltó Isaac 
Respiré molesto o amargado, no lo sé, ya no sentía lo que sentía era una contradicción un tanto absurda.

-Siento que no nos movemos- dijo Isaac con ojos rojos, barba mal crecida y despeinado, mientras se quitaba los lentes por enésima vez para tallarse desesperadamente los ojos, que como los míos, se cerraban involuntariamente. 

Miré los botones del elevador, ningún botón estaba presionado, aún estábamos en el piso 14
-Es porque no lo hacemos- resoplé y presioné rápidamente el número. 

-Hace un frío del maldito infierno afuera- dijo Isaac 
-Un poco rara esa frase ¿No crees?— Isaac me miró con cara de dormido y no procesó las palabras que dije -Olvídalo, ¿A dónde vamos?- piso 10, piso 9, piso 8, por fin contestó
-Al Café Káva, no me digas que nunca has ido por favor- Se agarró la frente
-No lo recuerdo en este preciso momento-

Llegamos a planta baja, salimos del elevador, me acomodé la bufanda que mamá me regalo la navidad pasada, color azul con negro, me di una mirada rápida al espejo del lobby, no por vanidoso, si no para evitar un susto por mi aspecto desaliñado y dejado, me rasqué la barba mal crecida, miré mis ojos rojos que sobresalían más que el azul de mi iris, tenía laberintos de sangre formándose. Caminé hacía la recepción. 
-¡Buenos días!- Dijo Bernabé el oficial en turno del edificio, muy sonriente para esa hora- Los vi por la pantalla de seguridad-

-Pues, tuvimos que quedarnos a trabajar, para variar ¿Gustas un café?- Pregunté 
-¿El mismo de siempre?- se apresuró Isaac a preguntar
-Me leíste la mente, es justo lo que necesito- tenía una gran y fastidiosa sonrisa 

-Cuando dices que vas por café ¿es ahí? - pregunté curioso 
-¡Claro!, deberías de probar todo, lo más delicioso, y la chica que atiende está uffffff, buena es poco, aunque está medio- hizo una señal con la mano sobre la cabeza insinuando algo mal en la mente -cucú, cucú- 
-Mira quien lo dice-
-ja ja ja, creo que  ella y tú son las personas más trastornadas que conozco-  

El ratón de mi cerebro no proceso una respuesta cueréente a ese comentario, así que guardé silencio. Aunque es sumamente inusual que lo haga para comentarios tan estúpidos como el que acababa de hacer. 

Caminamos durante unos minutos hasta que entramos a un pequeño café pintado de blanco, recordé lo clínico que representaban sus paredes. 
Era imposible no prestar mi atención al diseño del los lugares, siempre buscaba nuevos diseños, propuestas, publicidad, ambiente, conceptos, pero este café era más bien estilo francés. Sillas tubulares y mesas pequeñas de madera que se encontraban debajo de un pequeño techo rosado, sostenía letras elegantes con el nombre “Café Káva”, unas plantas verde intenso colgaban por fuera. Dentro había esos sillones para románticos que tanto odiaba. Volteé a ver los pequeños y mediados cuadros con fotografías de ciudades colgaban formas y tamaños, colores e historias, con un exquisito orden de acomodo lineal vertical y horizontal. 


Había una larga fila de 8 extravagantes y únicas personas odiosas personas que les encanta madrugar, se notaba en sus ojos abiertos.
En la caja había una señora cobrando con una gran sonrisa contagiosa, líneas plateadas se asomaban corto y negro cabello, estaba atendiendo con un -buenos días, ¿qué vas a desear el día de hoy cariño?-

Miré el menú entrecerrando los ojos debido a mi miopía desatendida, un pizarrón de carbón con letras de colores donde detallaba finamente en letras cursiva el menú, algo muy de moda últimamente entre los cafés. 
Tenía menos de tres minutos y ya me estaba irritando un joven alta pálido, que entregaba cada café con un efusivo ¡Nos vemos mañana! no pude evitar voltear los ojos hacía arriba y respirar profundo. 


Una voz perdida en el ruido del lugar alcanzó mi oído, un susurro. La barista una chica con cabello torpemente amarrado, susurraba, lo cierto es que estaba buenísima, a pesar de que sólo la veía la parte de atrás de ella, que tal vez era suficiente, tal vez. 
Estaba excesivamente agotado como para hacer plática a mi amigo, me limité a observarla y agudizar el oído, ella susurraba los ingredientes de cada bebida tres veces, de forma constante, pausada, con confianza y sutilmente rara. 

El chico flácido gritó un cargante ¡Nos vemos mañana! que distrajo total mi atención a la barista. 

-¿Y si no vengo mañana?- pregunté a Isaac en un espasmo mental-
-A quien le importa, ¿qué vas a pedir?- 

De pronto la chica volteó y me miró directo a los ojos, la miré, totalmente limpia de la cara, con grandes ojos, y un rostro precioso. Enfoqué mi mirada, el corazón se paralizó, la sangre se fue a mi pies y sudé frío por todas las partes de mi cuerpo posibles. ¿Era Abril? sin duda era ella. Ella desvió la mirada. 

Mamá siempre dice, que cada uno de nosotros somos el resultados de los sucesos que impactan en nuestra vida. 
A mi puñetera edad de 17 años, mamá me encontró en mi habitación llorando por una chica, pero no cualquiera, por la novia de mi mejor amigo, ella era de primer año de preparatoria y yo de segundo, pesaba 65 kilos más, tenía lentes, ortodoncia; lloré debido a que se mudó de ciudad y jamás pude decirle lo mucho que estaba enamorado de ella, creía en el romanticismo, creía en las almas gemelas y sobretodo creía que estaba con la persona incorrecta, en una relación incorrecta, en un tiempo incorrecto. Nos encontramos en tiempos incorrectos y nos separamos en un tiempo incorrecto. Ella era la reencarnación angelical jamás vista en toda la escuela, para mi, era dulce y divertida, rebelde y responsable, de aquellas chicas que te hacen sentir que vives  porque pronto morirás y que al mismo tiempo tienes un futuro, ella era perfecta para mi, pero era novia de Ricardo, mi mejor amigo, y se fue. Con ella viví el mejor año de mi vida, mujeres así no se olvidan. 
Mamá me dijo ese día que estamos hechos grandes pedazos que las personas dejan en nosotros, aquellas con las que hacemos una colisión, que nos puede cambiar para bien o para mal. Me di cuenta que esa chica había colapsado en mi. 

Después de diez años nunca había extrañado al Daniel obeso y torpe de 17 que era, hasta ahora. La misma chica que fue mi primer amor platónico era la misma que iba a preparar mi café, la misma chica por la cual lloré y escribí poemas era la misma que estaba susurrando obsesivamente los ingredientes, la misma chica por la cual cambié por completo era la barista del Café Káva, Abril, la maldita que me rompió el corazón que nunca pude odiar. 

Trataba de concentrarme en el menú pero era imposible desviar los ojos de ella, tantos años esperé estos momentos para que ella no diera luz de sus recuerdos, me miró sin recordarme.  
Se limitó hacer lo mismo con cada bebida que preparaba, repetía los ingredientes tres veces, y cada vez que terminaba limpiaba con una toalla desinfectante desesperadamente la barra. Yo me encontraba ansioso, cansado, desesperado, tantas sensaciones pasaban dentro de mi como la ruleta rusa, que podrían acabar conmigo en cualquier momento. Sudaba frío, jamás había vuelto sentir lo mismo, estoy cayendo de nuevo. 
-rara, ¿cierto?- Isaac me sacó de mi trance
-¿Has hablado con ella?-
-No nunca, pero creo que es adorable, ya sabes las locas siempre lo son-

Yo sólo asentí, estaba hablando de ¡ABRIL!; pensé por un instante, que era necesario contarle mi historia en ese momento; pero la falta de sueño ya cobraba sus estragos en mi, era imposible no tenerlos, entonces me causaba una enorme pereza articular palabra alguna, así que se volvió innecesario.  

Isaac y yo llegamos a la meta, es decir la caja, la amable señora nos preguntó: ¿Qué van a desear el día de hoy cariños?

-Deseo una cama con la chica guapa a mi lado diciendo lo mucho que me ama- dije sin pensar y mirando a Abril.

¡Daniel!- Dijo Isaac y me arrepentí de inmediato al ver los ojos de ira de la amable señora, el joven alto y pálido me miró riéndose  como niño de 6 años, inquieto, chiflado y complice.

 Lo siento no hemos dormido en dos días- se recusó Isaac -Para él un cappuccino grande y para mi un americano con canela y un moka, y tres bagels de arándanos con crema de cacahuate y plátano por favor- Pidió mi amigo mientras que yo me asfixiaba de la vergüenza, miraba hacía mi cartera mientras sacaba el dinero y esquivaba la mirada de los otros clientes, pero más la mirada de mi hermosa, en ese momento realmente no quería que Abril me reconociera, aunque tal vez no lo hizo, debido a mis sesenta kilos de menos. 
Claro, el nombre de él por favor- preguntó la señora con una sonrisa fingida a Isaac
Se llama idiota, muchas gracias Mary- 
Cuando quieras Isaac, que tengas un maravilloso día- Después mi miró a mi quitó la sonrisa y me volteó la cara para atender al siguiente en la fila. 
Pero estás realmente trastornado- me susurró Isaac 

Abril tomó el recibo de la orden, sin mirar de reojo siquiera y empezó a susurrar 
-Cappuccino, leche, café, canela, cappuccino,leche, café, canela, cappuccino, leche, café, canela, ¡listo!- 
-Cappuccino para el joven “Idiota”- el chico alto y pálido con una sonrisa burlona leyó mi vaso de café pero más bien lo hizo gritando,, lo tomé e hice una mueca  –Que tengas excelente día, ¡te vemos mañana!- tomé mi café y salí rápidamente para esperar a Isaac, quería responderle -¿y si mañana no vengo?- pero me arrepentí y decidí no hacer más daño
Sólo pensaba que ella realmente no me reconoció, que Abril ya no era la misma de hace diez años, su brillo en sus ojos ya no estaba, a pesar de que hable lo suficientemente alto para que el restaurante de enfrente me escuchara, ella no hizo absolutamente nada. 
-eres un idiota- Me insultó Isaac y me aventó mi bagel bien envuelto en papel aluminio
-Sí eso dice mi café- 
-Dijiste lo que muchos hombres piensan al verla, pero aún así eres un imbécil- 
-¿Es su madre?- 
-¿Mary? Claro idiota- estuvo a punto de golpearme la nuca cuando por reflejo con mi mano desocupada lo detuve antes de hacerlo el se limitó a hacer una mueca - es la dueña del café y el chico flacucho, es su hermano, Ángel-

Caminamos de regreso a la oficina
-Vaya que si conoces toda la familia- me sentí un poco celoso, ella fue mi amiga y nunca conocí a su familia, aunque vagamente tengo recuerdos de un niño muy inquieto supongo que era Ángel. 
-Voy todos los días por la mañana, los fines de semana cuando trabajo, deberías de hacer lo mismo- 

Sólo tenía una computadora y no era portátil, además era de escritorio. Me evitaba trabajar en casa cuando no quería. 

-Las portátiles sólo hace que lleves trabajo a casa, y créeme, es lo último que quiero hacer- 
-Sí, Molly se molestará tanto que no veas netflix con ella- 
Pensé como había sonado eso, un hombre de 28 años con una gata llamada Molly, con quien veía Netflix entre semana después de tener una rutina de ir a correr y regresar a estar en mi ritual de soledad. ¿Qué pensaría Abril de eso? 

Entramos al edifico, y en la recepción ya nos esperaba Bernabé, con una mirada ansiosa, Isaac le dio el café y el bagel 
-¿Con canela?- 
-Por supuesto- respondió Isaac 
-Gracias, que tengan un excelente día- nos dijo Bernabé y se sentó frente a la recepción a mirar la pantalla de seguridad mientras llegaba Lucia la chica de recepción. 

Llegamos al piso, -Terminaré el banner navideño para la empresa de construcción – con voz exhausta dijo Isaac y se fue a su escritorio, asentí un poco pensativo, no dejaba de pensar en Abril ¿Y si no era ella? ¿Y si me confundí y era alguien más? 

Me senté frente a la computadora, no había probado mi café, ya un poco tibio bebí. 
-¡Isaac!- grité de escritorio a escritorio -¡Acabo de tener un orgasmo con  mi cappuccino!- 
-¡Te lo dije!, es perfecto- 

En ese momento se abrió las puertas del elevador, por suerte lo tenía frente a mi, detrás de la mampara de vidrió transparente. Raúl el CEO de la firma entró, rojo de la nariz y de las orejas. Su historia siempre me había inspirado, diez años atrás había fundado la firma, a sus 35 años se convirtió convirtió en el hombre mas influyente en el mundo de la publicidad, como un “Mad Men”. 

-Buenos días jóvenes del mañana- 
Nos dijo mientras entraba a su oficina, eran las 7:40 am, la hora en que siempre llegaba, por suerte todos los demás llegaban a las 9. Al menos otra hora de tranquilidad que podíamos disfrutar.  



Me coloque los audífonos, presioné el botón siguiente en todas las canciones no lograba concentrarme, ¿y si no era Abril? pensé, me levanté del escritorio en reacción impulsiva y caminé hacía Isaac 
-¿Cómo se llama?- 
-¿Quién?- estaba desubicado 
-Ella, la barista- 
-jajaja, enserio que te enamoraste- me observó esperando sacarme de quicio -se llama Abril- por fin respondió 
-¿Cómo el mes cierto?-
-No, como el plantea, ¿qué preguntas haces?, vete a dormir- 
-La conozco- escupí 
Isaac se acomodó en su asiento era la misma posición que tomaba Flor cuando alguien iba a contarle cierta noticia de la oficina, movió la mano en señal de que siguiera hablando, arrastré la silla que adornaba el escritorio detrás y me  acerqué; me sentía estúpido contando la historia, pero algo dentro de mi necesitaba “chismear” mi conexión con la deseada por todos “Abril”. Le conté que estaba enamorado de ella en preparatoria, que fue la novia de mi mejor amigo, pero sobretodo que fue mi primer amor, que por ella cambie toda mi vida y existencia. 
-¿Se besaron alguna vez?- estaba intrigado en saber hasta donde había llegado con ella
-Sí-
-¿Besaste a Abril? ¿sabes que significa eso?, media ciudad quiere llevársela y ¡tu la besaste!- 
-Fue un beso pendejo, estábamos en una fiesta, aparte una semana después inicio su relación con mi amigo- 
-¡Qué perra! y ¿él lo sabía?- 
-Sí sí los dos lo sabían, pero no importó ella se fue a los tres meses, después de que ella se fue no volví hablar con él- 
-No puedo creer que no te haya reconocido, o tal vez hizo como si no te reconociera, aunque por esos kilos de más que perdiste lo más seguro es que no lo haya hecho- dijo algo molesto 

Estuvimos hablando un poco más hasta que regresé a mi escritorio y volví a conectarme en la música que no podía elegir, decidí dejar a David Bowie con “Heroes". 


Mi corazón latía el corazón en taquicardia, dicen que cuando empiezas a llegar a los 30 la hipertensión aparece, creo que acabo de inventar el dato. Tenía proyectos pendientes de entregar, en dos días había dormido sólo cuatro horas,  estaba estresado, mi cerebro no carburaba correctamente, pero eso no me impidió tener energías para teclear en google las siguientes poderosas palabras “Café Káva”.
Image and video hosting by TinyPic
Historia creada por Marcela Cinta de la Garza, derechos reservados ©

Comentarios