¿Cómo volver a escribir?
Las partes más difíciles de escribir son como empezar y como acabar, lo
demás se llenan de letras y palabras que nos hacen sentir seguros.
Y cuando tienes algunos meses de no hacerlo, se vuelve más complicado
pensar en esas palabras que llenan.
Vuelvo a escribir, aunque hayan pasado algunos meses, aunque mi cerebro
grita dormir, y mis manos desean ahogar en movimientos rápidos mis pensamientos,
que pasan entre líneas y párrafos hasta llegar a su inevitable final.
Cambie de casa, cambie de lugar que normalmente escribía, ahora una
pared ya no es mi primera vista al alzar los ojos, ahora una ventana lo es.
Ahora mis gatas y mi perra no pelean por un lugar entre mis piernas, porque me
observan desde mi cama, con ojos pensativos recordando que yo hacía esto en
nuestro antiguo hogar. Ahora puedo ver mi cuadro de sueños junto a mí.
El primer paso para escribir es muy fácil, tomas una libreta, un block
de notas, una servilleta, un teclado y empiezas a escribir nubes de palabras
sin sentido que llenan la mente como estrellas fugaces que queman los minutos,
en historias, cuentos y deletreo.
El primer paso para volver a escribir ¿es el mismo?, cuando escribes
tienes un ritual, un momento agradable en el día, en la noche o aquellos que
sueñan en la madrugada como confesiones de insomnios. Cuando escribes, sabes donde
buscar, donde empezar y como terminar, pero cuando vuelves a escribir, ¿realmente
recuerdas todo eso?

Es como la sensación cuando abres por primera vez la libreta que
ocultará tus historias, que debo de confesar que tengo muchas, mis historias
siempre fueron de fantasías, de mundo medievales y entrañables, de espadas que
se mueven con el viento y de magia que recuperan la locura perdida en medio de
una cordura desquiciada. Es esa sensación que te hace sentir que puedes
inventar, recordar, reflejar, con palabras en hojas en blanco lo que quieras.
Ya di el primer paso, volví a sentarme, a dejarme llevar los las sílabas
y consonantes, que no son tan tan, ni muy muy.
Y en el ocaso de mis palabras, mis gatas y mi perra recuperaron la
memoria y volvieron a correr para pelear un lugar entre mis piernas, para
ofrecerme su pata ayuda en mis historias, en las que ellas se vuelven cómplices
y que aman escuchar, así son ellas, una cómplices en los momentos que liberan
mi carga y relajan mi cerebro, como en el momento en que volví a
escribir.

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