El síndrome de Swift
“Sabía que serías un problema desde que entraste. Me avergüenzo ahora; me llevaste a lugares donde nunca he estado hasta que me humillaste.”I knew you were troubleTaylor Swift
Hace unos días leí un artículo, sobre los fracasos amorosos (muy esperados) de la cantante Taylor Swift. Para aquellos que son ajenos al tema, Taylor es mundialmente conocida por escribir y describir en sus canciones, sobre sus relaciones más apasionadas. En donde le rompen el corazón y ella en su más profunda inspiración del dolor escribe, escribe y escribe múltiples éxitos musicales a base de su vida sentimental.

Gracias a eso, y a decenas de historias que han llegado a mis oídos de mujeres, hombres y las propias, sobre los dolorosos fracasos amorosos, caí en la cuenta de que muchos tienen el “Síndrome de Taylor Swift”.
El síndrome que envuelve a la relación, aquella que antes de iniciar, ya se encuentra destinada al fracaso, aquella que se mezcla entre fantasías, idealismos, expectativas, deseos fallidos, verdades a medias, realidades cegadas, autodestrucción y un enamoramiento inducido al drama, a lo novelesco de un amor de película y cuentos de Grimm.
Y es que nos encanta el drama, nos encanta correr por la calle para que el ser amado siga nuestros pasos, tome nuestro brazo, nos robe un beso y diga – esto es un sueño querida-. Y debido a que no obtenemos todas las escenas idealistas y fantasiosas, nos convertimos en victimas de la relaciones y nos rompen fácilmente el corazón en miles de pedazos.
En el síndrome Swift, buscamos inconsciente o conscientemente alguna excusa,
situación, actuación, entorno, clima, medio, mensaje, para sabotear lo que sería una buena relación, o, la otra parte, buscamos iniciar una relación imposible, con una persona que sabemos que nos va a privar de aquella felicidad que meremos, pero creemos que llegará con el tiempo, si logramos cambiar a esa persona. El detalle viene después del rompimiento, hacemos el drama doloroso y como Taylor que escribe su tormento, nosotros logramos hacer saber a esa personas o a las demás lo mismo.
Todo fuera tan simple, si tan sólo aceptáramos el dolor, nuestra parte de responsabilidad, evitáramos las excusas tontas, la culpabilidad de la costumbre, de los sueños rotos y las promesas sin cumplir. Tal vez si lo reconociéramos como es, y no un cuento de fantasía o película “Love Story”, si no como algo real, algo con razones, con causa y efecto. Tal vez, evitaríamos el síndrome Swift que a veces duele tanto.
Marce Cinta
Twitter: @marcelacinta
www.facebook.com/MarceCinta
Comentarios
Publicar un comentario