Misógino Amable



Canadá, hacia los años 20´s no consideraba a las mujeres personas. Ellas creían que lo eran, pero la ley no. La definición legal de persona no incluía a las mujeres. Podría decirse que eran objetos animados de esa época. De pronto, 5 mujeres conspiraron contra la Suprema Corte de Justicia y en 1929 las reconocieron como lo que somos: personas.

Lo anterior fue hace casi 100 años. ¿Pero qué pasa hoy?
Los investigadores sociales descubren constantemente nuevas formas de discriminación hacia las mujeres.

Diversos estudios comparan a determinados hombres cuyos matrimonios eran más “modernos”; es decir, cuyas esposas trabajaban fuera de casa tiempo completo, con otros hombres en matrimonios más “tradicionales”; aquellos en los cuales las esposas trabajan dentro de casa.

Los investigadores deseaban determinar si la situación en el hogar afectaba al crecimiento profesional de los hombres. La respuesta fue sí. Los hombres cuyos matrimonios eran más tradicionales consideraba menos favorable la presencia de la mujer en el mercado laboral. Negaban ascensos a empleadas cualificadas con mayor frecuencia y tendían a pensar que las empresas con un porcentaje mayor de empleadas funcionaba peor.

Estos hombres no eran abiertamente hostiles con las mujeres más bien eran “sexistas benevolentes” o “misóginos amables”.
Este tipo de hombres creen que la mujer tiene capacidad superior en determinadas áreas como el razonamiento moral, por lo cual son buenas para criar hijos y limpiar la casa, pero son menos aptas para tener éxito en los negocios o en una carrera profesional.

Como bien lo expresa la guionista y actriz Lena DUNHAM: por mucho que hayamos trabajado y muy lejos que hayamos llegado, aún hay muchísimas fuerzas que conspiran para decirles a las mujeres que nuestras preocupaciones son insignificantes, que nuestras opiniones no hacen falta, que carecemos de la seriedad necesaria para que nuestras historias cuenten. Que estos escritos personales hechos por mujeres no son sino un ejercicio de vanidad y que deberíamos valorar este nuevo mundo para la mujer sentarnos y cerrar la boca.

¿Qué pasa para aquellas mujeres que tenemos unas ganas enormes de tenerlo todo? Las que somos ambiciosas y deseamos escalar montañas y desafíos profesionales y personales. Pues nos estaremos encontrando con aquellos misóginos amables, que no son hostiles, pero tampoco creen en nuestra capacidad.

Sobre esto, no existen mejores palabras que las de Mary Wollstonecraft
“No deseo que las mujeres tengan poder sobre los hombres, sino sobre sí mismas”



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